Una mirada particular sobre la naturaleza, sus espacios,
ecosistemas, historia, imágenes y sensaciones.
Lugares reales que intuyen universos paralelos, listos para ser descubiertos
El río Genil oculta espacios donde el agua se remansa y genera un paraíso para quienes han de resistir los fríos del invierno.
Un chasquido metalizado seguido de un intenso rasgueo se deja oír a
través de las ramas secas de las saucedas, supera el continuado rumor del agua que salta sobre
las rocas que preceden los remansos del cauce del río. El sonido indica la presencia de un
frágil y amenazado mirlo acuático, vestido de capa marrón y chaleco blanco. Se posa sobre las
piedras junto a los rompientes, desde donde acecha la llegada de insectos, los movimientos de
los minúsculos caracolillos de río, e incluso de gambusias, los pececillos dorados, llamados pez
mosquito, que se refugian en las aguas tranquilas que rodean los roquedos. El esquivo mirlo
acuático es uno de los pobladores del Genil, un río que guarda los secretos de sus pobladores,
que ofrece refugio y comida a quienes habitan entre sus aguas, en las arboledas desnudas tras el
otoño y a los que pasan el invierno al pie de tajos y veredas.
En la etapa final de un año y el inicio de otro, los bosques de ribera ya no trazan una línea
verde o amarilla en el paisaje, ahora dibujan un eje oscuro, de hojas secas y árboles desnudos,
que aporta una imagen en apariencia inerte que prefiere guardar los secretos de la vida que
espera el paso del frío y el cambio de estación.
En invierno, la lluvia convertida en nieve se queda sobre las montañas y retiene el flujo de
aguas que baja por el cauce del río que los árabes bautizaron como ‘Senniil’, un nombre cuya
pronunciación recordaba al ‘Niil’ del gran río egipcio. El fluir tranquilo de las aguas genera
espacios apacibles donde pasar tiempos de escasez de luz y energía. Las alamedas han dejado caer
sus hojas sobre las orillas, flotan en el agua que deja entrever las raíces rojas de los álamos,
madejas de finas hebras vegetales entre las que habitan moluscos de agua dulce y a las que se
aferran larvas de anfibios nacidos el verano anterior, donde las libélulas y caballitos del
diablo viven sus fases acuáticas antes de emprender el vuelo de primavera. En las orillas, junto
a pequeños rompientes, se aprecian los revoloteos de las lavanderas cascadeñas, con sus
cadenciosos movimientos de cola mientras buscan invertebrados entre los lodos. Bajo las
hojarascas evoluciona un universo oculto, casi invisible, de hongos, líquenes y mixomicetos.
Sobre ellos, caminan los grandes depredadores: jinetas y tejones, hurones, comadrejas, y los
escasos gatos monteses, que se ocultan entre los zarzales donde aparecen los mosquiteros,
pajarillos de color verde y amarillo que bajan al sur desde las tierras frías del norte para
pasar el invierno. Se mezclan con los verdecillos y jilgueros, residentes habituales de parajes
bordeados de senderos que se mantienen ocultos a las miradas. El río guarda en secreto su
cualidad de hábitat de invierno.
Un foto libro para mostrar imágenes
especiales, parajes que desvelan universos por descubrir. Fotografía de naturaleza, paisajes
comentados desde una mirada poética, periodística y científica. Espacios para la contemplación
de la naturaleza en invierno. Este libro describe espacios naturales a través de una
imagen especial. Una fotografía tomada desde un punto concreto, en una época determinada: el
final del año, y con circunstancias meteorológicas y de iluminación elegidas para la ocasión.
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Remansos situados en las riberas próximas a la ciudad de Granada, entre la localidad de Pinos Genil y la entrada del río en la capital, junto a los paseos peatonales.