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DE NATURALEZA
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naturales por los responsables de
Waste
Magazine... Especies, reportajes de
fauna, flora, rutas....
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Habitat
Endemismo de la
Península Ibérica,
que habita en sistemas montañosos del
Sureste de España hasta
2.100 metros de altitud en zonas
boscosas de pinares y encinares o
tambien
en zonas de matorral abierto.
Requieren para su desarrollo zonas de
aguas
permanentes y limpias, lo que supone
la principal amenaza para la especie
ya que estanques, abrevaderos,
albercas etc suelen estar modificados
para
usos ganaderos y agrícolas con lo que
se pierden los habitats o
quedan muy fragmentados limitando las
posibilidades de desarrollo. Las
principales características son
la pupila vertical y que tiene
tres tubérculos metacarpales.
Alimentación
insectos y arañas.
Actividad nocturna o crepuscular,
durante el día permanecen ocultos
bajo piedras.
El macho que
‘da a luz’ a sus hijos
Los estudios
sobre el cambio climático
ayudan a la protección del sapo
partero bético en Sierra
Nevada
La
restauración de abrevaderos,
charcas
y fuentes, permite mantener las
escasas poblaciones de una especie
exclusiva
del sureste peninsular
Por Juan
Enrique Gómez y Merche
S. Calle / IDEAL y Waste
Magazine
Su imagen en
tiempos de reproducción es muy
particular. El sapo partero bético,
Alytes dickhilleni, camina entre
las orillas de las charcas y cursos
de agua junto a los que vive cargado
de huevos que transporta entre sus
patas traseras. Esta forma de actuar
no sería nada extraordinaria si no
fuese porque quien así
se comporta es el macho y no la
hembra, es el padre quien se encarga
de
la gestación y de hacer nacer a sus
hijos. Es uno de los poquísimos
ejemplos que la naturaleza aporta
sobre lo que podría considerarse
‘embarazo’ masculino (otra de las
especies es el caballito de
mar).
De
menor tamaño que el sapo común,
aproximadamente unos 4 centímetros
de longitud, es único
en las sierras del sureste de la
península Ibérica, por lo
que se le considera un endemismo
bético. Una ‘joya’ de la fauna
autóctona que se ha convertido
también en un perfecto bioindicador
del cambio climático y parte
fundamental de los estudios que se
realizan desde el Observatorio del
Cambio Global de Sierra Nevada.
«Está calificado
como una especie
amenazada con la categoría de
vulnerable a la extinción,
tanto a nivel global como nacional y
regional», dicen los técnicos
y especialistas en anfibios de la
Agencia de Medio Ambiente y Agua de
la
Junta de Andalucía, Emilio González
Miras y Elena Ballesteros
Duperón, que desde hace unos años se
encargan del estudio
y seguimiento de las poblaciones de
anfibios, entre ellos Alytes
dickhilleni,
en Sierra Nevada y otros territorios
del oriente andaluz como los
Filabres.
«Esa forma tan particular de
reproducción es lo que le ha
dado el nombre vulgar por el que se
le conoce a esta especie que habita
en el sureste español, como al resto
de las que forman el género
Alytes», afirma Emilio González,
para quien la cualidad de
‘partero’ del macho no se puede
considerar científicamente como
si de un embarazo se tratase o que
el género masculino sea quien
‘da a luz’ a sus hijos, aunque sí es
uno de los casos más
claros en los que la viabilidad de
la descendencia dependerá del
padre. La realidad es que la hembra
solo pone los huevos sobre el macho,
que es quien los fecunda y cuida
hasta su eclosión, una forma de
cuidados parentales única entre los
anfibios.
«La hembra
transfiere al macho un cordón
formado por una media de entre 30
y 40 huevos para que los fecunde.
Después
el macho se hace cargo de la
puesta y la transporta entre sus
patas traseras
durante aproximadamente un mes.
Cuando las larvas están ya en
condiciones
de valerse por sí mismas, suelta
los huevos en el agua de la charca
para que eclosionen», dicen los
especialistas, que han constatado
como un solo macho puede
transportar una media de 75
huevos, producidos
por varias hembras, lo que
muestra lo solicitados que pueden
estar
los ejemplares masculinos de esta
especie en poblaciones formadas
por solo
una decena de individuos.
Supervivencia
Ayudar a la
pervivencia de esta especie es uno
de los objetivos del trabajo que los
especialistas realizan en charcas
y abrevaderos de media y alta
montaña, encuadrado en los programas
de seguimiento, protección y
recuperación de anfibios. «De
esta especie solo se conocen 35
puntos de reproducción en la
provincia
de Granada y 300 en todo el
territorio peninsular, lo que
la convierte
en tan amenazada como el águila
imperial ibérica, por ejemplo»,
dice Elena Ballesteros, que ha
detectado que en Granada hay siete
núcleos
poblacionales repartidos por los
Montes Orientales, Parapanda,
Colomera,
sierras de Huétor y Arana, Baza,
Sierra Nevada, Lújar, Tejeda,
Albuñuelas y las sierras del
nordeste provincial.
«Hemos
investigado una gran cantidad de
puntos donde podrían vivir
pequeños grupos de Alytes
dickhilleni,
y se han restaurado abrevaderos y
charcas que tradicionalmente se
emplean
para que beba el ganado. El
mantenimiento y cuidados de estos
espacios
ha dado resultados positivos y
ahora podemos profundizar en el
conocimiento
de esta especie», dice Elena
Ballesteros, que junto a Emilio
González
y el auxiliar de biodiversidad,
Rogelio López, acudían a
uno de esos abrevaderos donde
habían constatado ya la presencia
de larvas de varias generaciones,
algunas de ellas con algo más
de un año de vida y a punto de
completar su metamorfosis.
El objetivo
del estudio es conocer la
evolución
de esas poblaciones y comprobar
los efectos del cambio climático
en el desarrollo de esta especie
en el contexto de Sierra Nevada,
unos
trabajos que se realizan en
relación con el Observatorio del
Cambio
Global, «ya que se trata de un
animal muy sensible a las
modificaciones
en las temperaturas y las
alteraciones que pueda sufrir el
medio donde
viven. Es uno de los pocos
anfibios que, aunque viven en
tierra en sus
fases adultas, necesitan de aguas
permanentes en las proximidades,
puesto
que sus larvas tardan mucho tiempo
en desarrollarse, aguas no
contaminadas
y con temperaturas que no sean
demasiado altas», indica Emilio
González,
que afirma que aguantan bien el
frío y resisten temperaturas de
diez grados bajo cero en el
exterior, con sus charcas
cubiertas de una
capa helada, pero no pueden vivir
cuando las temperaturas superan
niveles
de entre 20 y 22 grados. «Ante
cualquier alteración de las
temperaturas, con una evolución
climática hacia mayor calor,
se puede dar la circunstancia de
que las larvas se desarrollen más
rápido y, por lo tanto, serán
ejemplares adultos de menor
tamaño, más débiles y con menos
posibilidades de pervivencia
y reproducción», indica Elena
Ballesteros, para quien el
seguimiento
de diversas especies de anfibios
«nos puede aportar importantes
claves
en cuanto al pasado, presente y el
futuro del clima y la
biodiversidad».
Marcaje de
larvas
A finales de
la primavera y el inicio del
verano
realizan tareas de marcaje de las
larvas para poder ver después
cómo han evolucionado». En el
interior del abrevadero capturan
larvas de varios meses de vida.
Armados con jeringuillas cargadas
con un
elastómero, una sustancia de color
amarillo fosforescente, inoculan
a las larvas una cantidad
pqueñisima de este producto, toman
sus
medidas, comprueban el peso y su
estado. «Un tiempo después,
cuando se hacen nuevas capturas y
se ve que eran larvas ya marcadas,
tendremos
los datos necesarios para conocer
su evolución y, con ella, la de
la población de estos anfibios en
ese lugar concreto», dicen
los biólogos, que marcan alrededor
de medio centenar de larvas que,
inmediatamente después, son
devueltas a su hábitat.
VÍDEOS: Paisajes con Historia,
es una serie de reportajes para
dar a conocer rutas y parajes con
cualidades naturales y
patrimoniales. Grabaciones
exclusivas de Waste Magazine. (Reportajes,
fotogalerías y vídeos)
PROMOCIONADO
Control
y censo de poblaciones de
Alytes dickhilleni "El
macho que 'da a luz' a sus
hijos
Reportaje
publicado en IDEAL el 25 de
junio de 2013
Texto y
fotos
Un
ejemplar macho de sapo partero
bético
transporta los huevos entre
sus patas traseras. Foto: Emilio
González
Miras
Sapo
partero Especies:
Se conocen cinco especies en
España a las que las gentes
conocen como sapos parteros,
pero tres
de ellas no fueron catalogadas
hasta la segunda mitad del
siglo XX.
Endemismo
bético El sapo
partero que habita en esta
zona, fue considerado una
nueva especie en el
año 1995. Vive excñusivamente
en lel sureste de la
península,
en territorios de Andalucía y
algunos puntos de Albacete,
Murcia
y Castilla la Mancha, aunque
el 90% de la población es
andaluza.
Cuidar
las fuentes
Los
ecosistemas tradicionales de
estas especies
de anfibios, los sapos
parteros y otros que también
forman parte
de los estudios sobre el
cambio global, son zonas
remansadas de arroyos,
pero con el tiempo y la acción
del hombre en los montes y
campos,
han necesitado adaptarse a
hábitats antropizados
(alterados por
el hombre) y aprovechan lo que
tienen a mano. Por ese motivo
las acumulaciones
de agua de charcas para
abastecimiento y regadío en
zonas rurales,
fuentes y abrevaderos, con
escasa presencia humana, son
ahora los lugares
ocupados por anfibios y sapos
parteros en particular, que
pueden verse
junto a canalizaciones de
regadío. «La mayoría de esos
espacios forman parte de zonas
forestales, pero también los
hemos
detectado junto a cultivos y
apriscos para el ganado».
La
Junta de Andalucía tiene en
marcha una
serie de actuaciones
tendentes a la conservación
y restauración
de este tipo de elementos de
uso rural tanto para la
protección
de moluscos de agua dulce
como de anfibios, en las
provincias de Granada,
Jaén
Distribución
Sierra
Blanquilla Cádiz
Sierra de
Alcaraz, Albacete
Sierra de
Cazorla, Segura y Mágina en
Jaén
Sierras de
Gador y Filabres en Almería
Sierras de
Alhama, Almijara y Tejeda en
Granada-Málaga
Sierras de
Baza, Castril, Harana, Loja,
Parapanda,
Sierra Nevada, en Granada
Especie
amenazada incluida en el Atlas
y
Libro Rojo de Anfibios y
Reptiles de España
Categoría
mundial UICN: Vulnerable VU
B1+2cd.
Categoría
España y criterios: Vulnerable
VU B1ab+2ab.
Incluido
en el Libro Rojo de
Vertebrados Amenazados
de Andalucía
Categoría
Andalucía Vulnerable
a la extinción
Poblaciones
amenazadas: Todas sus
poblaciones.
Las que
se encuentran en peligro más
inmediato
son las de las Sierras de
Gador y Filabres en Almería,
Sierra de
Baza en Granada, Sierras de
Almijara y Tejeda en
Granada-Málaga,
Sierra Mágina y Sierra de
Segura en Jaén y algunas
otras
poblaciones aisladas en
Granada (Sierras de Loja,
Parapanda y Castril).
Su situación es
extremadamente crítica en la
Comarca de los
Montes, la Vega de Granada y
Campo de Zafarraya, y en Sª
Nevada permanece
de manera residual en valles
inconexos de la orla caliza
del macizo (ríos
Dílar y Monachil), así como
en una población totalmente
aislada asociada a una
charca entre los términos de
Güéjar-Sierra
y Quéntar. (MMA)y
Almería.